Déjame marcharme
al país de los sueños,
allí donde nadie tiene dueño,
allí donde el mundo duerme plácido.
Déjame mostrar mi alma
sin sentir el dolor del que rechaza,
sin sentir la indiferencia.
Atrapada en este sin sentido
devenir de la vida,a la deriva y sin rumbo.
Entre la espada y la pared,
entre dos mundos muy distintos.
Quiero estar en ese,
en el que las cosas cambian.
En el que se comen perdices,
aunque no me gusten.
No quiero verme envuelta en el teatro,
en la intolerancia
y en todo lo que acaba en -fobia.
Déjame ver el azul del cielo
con nubes blancas de algodón
y no pensar en nada.
Oler la hierba fresca recién cortada
y sentir la brisa fresca una madrugada de verano.
Y sentir de verdad que vivir tiene sentido.
No quiero despertarme.
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